Puerta del Bierzo y corazón del Camino de Santiago

Entre viñedos, colinas suaves y el murmullo del río Cúa, se alza Cacabelos, una villa leonesa donde la historia y el Camino de Santiago se entrelazan desde hace más de mil años. Su emplazamiento estratégico, a medio camino entre Ponferrada y Villafranca del Bierzo, convirtió a Cacabelos en uno de los enclaves más importantes de la ruta jacobea a su paso por El Bierzo, y en una localidad con una rica herencia arqueológica, artística y vitivinícola.

Huellas del pasado

El origen de Cacabelos se remonta al Paleolítico, como demuestran los utensilios hallados en las terrazas del Cúa. Pero fueron los castros prerromanos, especialmente el Castro Ventosa, los que marcaron su primera gran época. Allí se situó la legendaria Bergida, citada por Floro y Osorio, testigo de las guerras contra los astures (25–19 a.C.) y centro de resistencia antes de la romanización.

Con la llegada de Roma, el territorio alcanzó un nuevo esplendor. La ciudad de Bergidum Flavium, mencionada por Ptolomeo y el Itinerario de Antonino, se convirtió en un núcleo administrativo clave para la explotación de las minas de oro del Bierzo, vinculadas a Las Médulas y otros yacimientos. Restos de esa época aún afloran en los alrededores, como molinos, monedas, cerámicas y vestigios de antiguas villas romanas.

Durante la época visigoda, el nombre de Bergido siguió siendo sinónimo de poder. Se acuñaron monedas en su ceca, se consolidó su diócesis y San Valerio dejó constancia en sus escritos de la vida en estas tierras. Ni siquiera la invasión musulmana logró borrar su huella: el núcleo de Ventosa pervivió durante siglos, hasta dar paso al actual Cacabelos.

La villa jacobea

La primera mención escrita de Cacabelos aparece en el siglo X, cuando el rey Bermudo II dona sus tierras al monasterio de Carracedo. Más tarde, en 1108, el poderoso arzobispo Diego Gelmírez de Santiago reconstruyó la villa y levantó la iglesia de Santa María, que aún conserva su ábside románico. Su reconstrucción generó una histórica disputa entre las diócesis de Astorga y Santiago, que terminó con la donación de la villa al arzobispo compostelano por parte de Alfonso VII en 1138. Así, durante siglos, Cacabelos fue territorio de Santiago, algo único en todo el Bierzo.

Su situación, junto a un puente sobre el Cúa, hizo que creciera sin descanso durante la Edad Media. Peregrinos, comerciantes y judíos convivían en una villa próspera, con hospitales de caridad (San Lázaro, Santiago, Santa Catalina o San Juan), y templos que aún hoy evocan su grandeza, como Santa María de la Plaza o Santa María de la Edrada. El paso constante de los caminantes convirtió a Cacabelos en un hervidero de vida, fe y comercio.

El rey Sancho IV otorgó en 1291 una feria anual de quince días para celebrar la Cruz de Mayo, a la que más tarde se sumarían las de San Miguel y San Bartolomé. Con ellas, Cacabelos se consolidó como el gran mercado del Bierzo medieval.

Del esplendor al renacer

Durante los siglos XV y XVI, Cacabelos pasó a formar parte del marquesado de Villafranca, heredero del conde de Lemos. La villa mantenía entonces una población estable, con iglesias, ermitas y un hospital que centralizaba la atención a peregrinos y vecinos. En el entorno prosperaban las aldeas de Quilós, Pieros, Villabuena y Arborbuena, cuyos nombres aún resuenan en la geografía del municipio.

El siglo XIX trajo consigo la Guerra de la Independencia, y Cacabelos fue escenario de una de sus primeras batallas en enero de 1809, donde cayó el general francés Colbert. Tras la abolición de los señoríos, la villa se convirtió en ayuntamiento y comenzó una nueva etapa de crecimiento impulsada por el vino, la agricultura y sus ferias comerciales.

Pero la crisis de la filoxera, a finales del XIX, devastó los viñedos y sumió la economía en una profunda recesión. La recuperación llegó en el siglo XX, con los injertos americanos y la creación de bodegas y cooperativas que devolvieron a Cacabelos su fama de tierra de buenos vinos. Hoy forma parte esencial de la Denominación de Origen Bierzo, y su cultura vitivinícola es motivo de orgullo y atracción turística.

Cacabelos hoy

Actualmente, el municipio de Cacabelos agrupa las localidades de Cacabelos, Quilós, Pieros, Arborbuena, Villabuena y San Clemente, y supera los 5.000 habitantes. La villa ha sabido conjugar su pasado histórico con una moderna infraestructura: cuenta con centros educativos, deportivos, sanitarios y una activa vida cultural que la mantiene como uno de los núcleos más dinámicos del Bierzo.

A la salida de la localidad, los peregrinos encuentran el Albergue Municipal Santuario de la Quinta Angustia, un espacio único formado por pequeñas celdas dispuestas en torno al santuario barroco del siglo XVIII. Este conjunto, propiedad del Ayuntamiento, es uno de los albergues más singulares y queridos del Camino, símbolo de hospitalidad moderna en un lugar cargado de historia.

Cacabelos, alma del Bierzo

Cacabelos no es solo una parada en el Camino de Santiago: es un cruce de tiempos y culturas, donde cada piedra y cada cepa cuentan una historia. Desde los castros prerromanos hasta los peregrinos del siglo XXI, la villa ha sabido mantener viva su esencia hospitalaria y su vínculo con la tierra.

El viajero que cruza el puente del Cúa siente que entra en un lugar donde el pasado aún respira entre los muros, los aromas del vino y el sonido tranquilo del Camino.

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