Se unieron al programa HolaPueblo y decidieron trasladarse a la localidad, con unos 250 habitantes, para implantar su proyecto de vida y laboral
El censo de Bargota, que ronda los 250 habitantes, ha crecido con la llegada de cuatro nuevos vecinos. Inma Martínez Díaz, su marido Diego Garrido Vidal, su hija Ariadna, y el madrileño Fernando Lejarriaga Martínez se han instalado en los últimos meses en esta localidad de Tierra Estella gracias a HolaPueblo, un proyecto impulsado por el Grupo Red Eléctrica, Correos y AlmaNatura que impulsa la repoblación y la reactivación económica de localidades de la España interior. Cada uno llegó con su proyecto de vida y de emprendimiento, pero todos coinciden en que están “encantados” con el cambio.
Inma Martínez Díaz, más conocida artísticamente como Valeria, es natural de Elche, en Alicante. Se instaló en Bargota el pasado 5 de enero con su familia y acaba de celebrar su 48 cumpleaños. Es bailarina profesional y profesora de danza oriental y acaba de empezar a engrasar su nuevo proyecto empresarial Leku Amaigabea (Espacio sin fin), que aúna el ocio y la cultura.
Inma Martínez fraguó su carrera artística en Madrid y después vivió 15 años en Logroño, de donde procede su marido, que en diciembre fue nombrado director general de ADItech, coordinador del SINAI, (Sistema Navarro de I+D+i). Desde La Rioja, se trasladaron a Vigo. “Nos ha movido siempre la inquietud. Echábamos de menos volver, estar en una zona rural, y surgió la oportunidad”.
Llegaron a Bargota, apunta, por casualidad. “Fue en verano mirando en Internet. Dimos con la iniciativa HolaPueblo, que encajaba muy bien con nuestro proyecto. Nos pusimos en contacto con el Ayuntamiento de la localidad y fue todo rodado. Nos dieron todas las facilidades posibles de un modo muy natural. Y aquí estamos”.
El consistorio les buscó una casa de alquiler. “Promovían entre los vecinos este sistema y nos pareció una idea genial, dando una la oportunidad de instalarse sin arriesgar demasiado con una inversión, sin saber si iba a funcionar”, explica Martínez. “Estamos encantadísimos, deseando instalarnos definitivamente”.
TRES FASES
Su proyecto está ahora en la primera de las tres fases proyectadas. “Dentro de la iniciativa, el Ayuntamiento nos ofrecía un lugar donde empezar a desarrollarlo”. Imparte clases de danza, gimnasia y otras actividades a los vecinos de Bargota y de la zona. Creado un tejido social, dará un segundo paso. “Traer profesionales de fuera para realizar jornadas específicas de salud, cultura, mente y bienestar, entre otras. Con un enfoque particular hacia la mujer, sin ser excluyente”, adelanta.
El tercer paso contempla otro formato de ocio para el disfrute directo, como espectáculos y otras actividades. “Siempre siendo lo más realista posible. El proyecto está siendo muy bien acogido, pero el mundo rural necesita su tiempo”. Ahora, imparte clases de danza oriental con cardio los lunes y los jueves de 18 a 19.30 horas. “Se pueden hacer una o dos a la semana”. Hasta que su página web esté terminada, se puede solicitar información en el consistorio (948 64 80 80). “Estamos estudiando abrir nuevos horarios y también por la mañana”.
Los vecinos la han recibido con los brazos abiertos. “Aquí hay mucha gente con muchas ganas de hacer muchas cosas. Y se trata de eso, de mantener a las personas en las zonas con menos población para que puedan seguir dando servicios”. Vivir en un pueblo tiene muchas ventajas, subraya. “Más que en urbanizaciones ubicadas fuera de la ciudad. Están cerca del núcleo, pero no tienen servicios”.
GRAN ACOGIDA
Y destaca que en los pueblos hay una comunidad. “La gente te ayuda si lo necesitas. Son todo ventajas”. La única duda que les surgió fue la posibilidad de que no hubiera niños de la edad de su hija, con cinco años, y que pasara tiempo sola. “Nos encontramos con una cuadrilla de cinco niños que vive en el pueblo. El lugar es más seguro para que puedan jugar en la calle”.
Para ir al colegio, la Ikastola de Viana la recoge en taxi. “Solo tarda diez minutos en ir a clase”. La vida social de Inma y su marido también es activa. “Hay dos bares, pero todos los vecinos salen a la calle. La gente tiene ganas de hablar, de relacionarse y de disfrutar. Tenemos Viana, Logroño y Estella muy cerca, a 10 y 20 minutos en coche. Hay que perderle el miedo a ir al pueblo”, anima.
Del bullicio madrileño a la tranquilidad del pueblo

A su 58 años, Fernando Lejarriaga Martínez decidió dejar el bullicio de las calles madrileñas para instalarse en Bargota, una pequeña localidad de Tierra Estella con poco más de 200 habitantes. Técnico superior en Medio Ambiente, Educación Ambiental y Gestión Ambiental en organizaciones, llegó para poner en marcha un proyecto agroecológico de desarrollo sostenible y repoblación rural. En pleno confinamiento, con el primer estado de alarma, Lejarriaga dio con HolaPueblo. “Aproveché ese periodo para estudiar y completar mi formación en la Universidad de Naciones Unidas. Fue un tiempo de reflexión en el que decidí que tenía que haber un cambio en mi vida y encontré la iniciativa”.
Presentó su proyecto y fue seleccionado entre los 975 usuarios que registraron sus iniciativas. “Inicié un proceso de mentoría con Teresa, una economista fabulosa, que me asesoró en el desarrollo de mi proyecto”, explica Lejarriaga. Aunque es madrileño, su apellido procede de la localidad vizcaína de Mañaria, según sus averiguaciones.
“Siempre me había gustado esta zona del norte de España y, cuando me dieron a elegir la población, encontré Bargota. Me puse a investigar y me enamoré”.
Su trabajo abarca un amplio abanico de actividades orientadas al desarrollo rural y para dar soluciones al problema de la despoblación, con un enfoque muy marcado dentro de la sostenibilidad, la educación y la cultura. “Se basa en la creación de un Centro de Educación Ambiental, un vivero de plantas y forestal, agricultura ecológica y formación en jardinería. Es un proceso abierto, con la posibilidad de que puedan participar otros agentes, ya sean sociedades, cooperativas o asociaciones y entidades locales”.
MÁS VENTAJAS
Poner en marcha su proyecto le está costando más de lo esperado. “Me estoy encontrando muchas dificultades. Hay trabas burocráticas y lanzar un proyecto tan innovador, al principio, cuesta”. Las ventajas, a pesar de las dificultades, le compensan. “Los vecinos son buenas personas. Tengo muchas muestras de afecto. En Navidades, fueron muy cariñosos conmigo. Hace poco, hice un llamamiento para que guardasen tetrabrik de leche para replantar encinas con la siembra de bellotas y respondieron de una manera excelente”.
También suma el entorno. “Estoy encantado con el lugar”. Junto con Teder, también trabaja en la creación de una asociación social sobre medioambiente. “He ganado más cosas de las que he perdido al venirme a Bargota. Es lo que quería, tranquilidad, silencio. Tener la naturaleza tan cerca. No lo cambiaría por nada del mundo”.
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