Villanúa es una localidad del Pirineo aragonés situada en un enclave privilegiado, a los pies de la peña Collarada y en pleno corredor natural del valle del Aragón. Su historia se remonta a la Prehistoria, su patrimonio combina la tradición pirenaica con tesoros arqueológicos únicos y su estrecha vinculación al Camino de Santiago la convierten en un espacio donde naturaleza, cultura y espiritualidad se encuentran de forma armónica. Además, sus cuevas, dólmenes y leyendas aportan una personalidad singular que hace de Villanúa un lugar cargado de misterio y autenticidad.

Historia

La historia de Villanúa se hunde en tiempos remotos. Sus cuevas fueron utilizadas por comunidades del Neolítico y Eneolítico hacia el 3000 a. C., que emplearon estos espacios subterráneos como sepulturas colectivas, una costumbre que perduró hasta la Edad del Bronce y volvió a repetirse en época tardorromana. Sin embargo, investigaciones recientes confirman que algunas de estas cuevas fueron algo más que necrópolis y que, durante el Bronce, sirvieron también como lugar de hábitat temporal, como demuestran cerámicas domésticas y un valioso fragmento de molino de cereal que revela una vida cotidiana asentada y organizada.

La localidad presenta también una importante huella romana, asociada al paso de la Vía del Summo Portu, una ruta que coincidía con el itinerario del actual Camino de Santiago. Esta vía necesitaba protección frente a incursiones procedentes de la vertiente norte, por lo que entre los siglos VII y VIII se creó el Señorío de Aruej, desde donde se administraban las tierras circundantes. Aruej aparece citado incluso en las crónicas visigodas de Toledo y ejerció un papel dominante hasta el siglo XII.

La primera referencia documentada a Villanúa aparece el 26 de marzo del año 992 en el Cartulario de Santa Cruz de la Serós, lo que demuestra su existencia como núcleo consolidado ya en el siglo X. El registro menciona además su repoblación con habitantes bearneses durante el siglo IX, una presencia que aún hoy se aprecia en apellidos de origen francés conservados por las familias del municipio.

El nombre de Villanúa tardó en estabilizarse y a lo largo de los siglos adoptó diversas formas como Vilanúa, Villanuga, Villa Nuga, Villanova o Villa Nueva, todas ellas expresiones que aludían a su condición de “villa nueva” frente al señorío de Aruej. Este contraste simbolizaba la diferencia entre los hombres libres, con derechos y propiedades reconocidas por la Corona, y la autoridad señorial. Tanto fue así que los reyes de Aragón llegaron a nombrar once infanzones entre sus habitantes, consolidando su importancia estratégica y social dentro del valle.

Patrimonio

El patrimonio combina elementos arqueológicos prehistóricos, vestigios romanos, arquitectura tradicional pirenaica y monumentos religiosos de gran valor. La Iglesia de San Esteban, de origen románico aunque reconstruida en el siglo XVIII, ocupa un lugar destacado en la vida del municipio y custodia en su interior una joya excepcional: la talla románica de Nuestra Señora de los Ángeles, datada entre finales del siglo XI y comienzos del XII y considerada una de las vírgenes románicas más antiguas de Aragón. Su presencia conecta de forma directa con la espiritualidad medieval y con el tránsito de peregrinos por estas tierras.

El patrimonio arqueológico de Villanúa se complementa con los tres dólmenes del entorno, denominados Letranz, Güixas y Diez Campanas, que testimonian el asentamiento humano en el Eneolítico y ofrecen un recorrido fascinante por los bosques que rodean la localidad, donde la prehistoria y la naturaleza dialogan de forma armoniosa. Además, la arquitectura popular del pueblo, con casas de piedra, cubiertas de losa y chimeneas pirenaicas, contribuye a mantener la identidad tradicional del valle.

Cueva de las Güixas

La Cueva de las Güixas constituye uno de los grandes referentes naturales y culturales de la localidad. Estas cavidades, que han recibido visitas desde 1929, conservan intactas sus impresionantes formaciones geológicas de estalactitas, estalagmitas, columnas y coladas, creando un ambiente casi mágico. A ello se suma la tradición legendaria que atribuye a las brujas de la zona sus reuniones y aquelarres, un imaginario que forma parte esencial del folclore pirenaico. La visita parte del moderno Centro de Interpretación «Subterránea», que mediante recursos audiovisuales prepara al visitante para adentrarse en un espacio donde historia, naturaleza y mitología se entrelazan de manera única.

Camino de Santiago

El Camino Francés atraviesa Villanúa y lo hace cruzando su puente medieval del siglo XII, que durante siglos ha permitido a los peregrinos salvar el río Aragón. Su ubicación estratégica convirtió históricamente al pueblo en un punto de paso obligado, ofreciendo descanso, protección y servicios a quienes se dirigían a Compostela desde el Somport. Entrar al núcleo urbano y visitar la Iglesia de San Esteban forma parte de la experiencia jacobea en la localidad, que mantiene viva su tradición hospitalaria y su vínculo espiritual con el Camino.

Festividades

Villanúa celebra sus principales fiestas en honor a San Sebastián y San Esteban, integrando actos religiosos con eventos culturales, música tradicional y actividades al aire libre que aprovechan su privilegiado entorno natural. Además, a lo largo del año se organizan propuestas vinculadas al senderismo, el cicloturismo, las visitas a la cueva o la divulgación del patrimonio prehistórico, lo que aporta dinamismo al municipio y atrae a visitantes en cualquier estación.

Actualidad

Villanúa es una localidad activa y moderna que ha sabido mantener su identidad histórica al tiempo que desarrolla iniciativas de turismo sostenible, cultura de montaña y puesta en valor de sus recursos naturales y patrimoniales. Esta combinación la convierte en un destino atractivo tanto para quienes buscan la belleza del Pirineo como para quienes desean comprender el pasado humano que ha dado forma a este territorio.

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