Canfranc

Entre la historia, la montaña y el Camino de Santiago

El municipio de Canfranc, compuesto por Canfranc Pueblo y Canfranc Estación, es uno de los enclaves más fascinantes del Pirineo aragonés. Su historia está íntimamente ligada al paso del Somport (summus portus), uno de los puntos transfronterizos más antiguos y transitados del Pirineo central. Desde la Antigüedad, este valle ha sido ruta de comunicación, comercio y peregrinación hacia Santiago de Compostela.

El propio nombre de Canfranc proviene del latín campus francus, en alusión al “campo de los francos” —los colonos y viajeros franceses que se asentaron aquí atraídos por los privilegios y exenciones concedidos a quienes habitaban y mantenían este paso esencial entre reinos—.

Canfranc Pueblo: origen medieval y espíritu jacobeo

El núcleo original, Canfranc Pueblo, conserva el trazado medieval de las villas viarias que crecieron al abrigo del Camino de Santiago. Su calle principal, Calle Albareda, sigue la antigua calzada por la que transitaban comerciantes, peregrinos y soldados, flanqueada por casas tradicionales de piedra y tejados de pizarra.

En el corazón del pueblo se alzan la Iglesia de la Asunción (siglo XII) y la plaza mayor, verdadero centro social de la villa. Más al norte, una torre comunal del siglo XIV —más tarde transformada en castillo en el XVI— recuerda el carácter defensivo de este enclave. También se conservan vestigios del antiguo molino (documentado desde el siglo XI), del mesón medieval y del convento de la Trinidad, con su hospital anejo para peregrinos.

Antes de continuar hacia el sur, el viajero no debe perderse el Puente de los Peregrinos, uno de los rincones más emblemáticos del Camino aragonés. Este bello puente de piedra, acompañado de una fuente y una zona de descanso, marca la despedida del casco histórico de Canfranc Pueblo.

Canfranc Estación: esplendor ferroviario y ciencia bajo la montaña

A principios del siglo XX, el municipio dio un salto histórico con la construcción de la Estación Internacional de Canfranc, inaugurada en 1928 por el rey Alfonso XIII y el presidente francés Gaston Doumerge. Levantada en el paraje de Los Arañones, su estilo combina el clasicismo monumental con el Art Nouveau francés, y su historia es tan grandiosa como misteriosa.

El complejo nació para unir España y Francia a través de un túnel ferroviario de 7.875 metros bajo el Somport, pero un accidente en el lado francés en 1970 interrumpió el tráfico internacional. Durante la Segunda Guerra Mundial, la estación fue escenario de operaciones de espionaje, contrabando y paso de refugiados, lo que le ha otorgado un aura legendaria.

Hoy, Canfranc Estación es símbolo de renacimiento y transformación. La estación ha sido rehabilitada como hotel y espacio cultural, mientras el antiguo túnel acoge el Laboratorio Subterráneo de Canfranc (LSC), uno de los más importantes de Europa en física de partículas. Ubicado bajo el monte Tobazo, su aislamiento lo convierte en un entorno único para experimentos científicos de primer nivel.

Canfranc hoy

Entre el legado medieval de su pueblo original y la majestuosidad de su estación internacional, Canfranc se erige como un puente entre épocas, culturas y mundos. Es un lugar donde el Camino de Santiago, la historia, la ciencia y la naturaleza pirenaica confluyen para ofrecer una experiencia única al viajero.

Caminar por Canfranc es recorrer siglos de historia al ritmo del rumor del río Aragón, mientras las montañas cuentan, en silencio, los secretos de uno de los lugares más emblemáticos del Pirineo.