Desde 1992 reside en la Jacetania donde en 1993 cumplió “el sueño de montar un taller de cerámica en el Pirineo aragonés”
José Miguel Castejón, ceramista nacido en 1964 en Cervera de la Cañada, lleva más de tres décadas viviendo en la Jacetania, territorio al que llegó en 1992 y donde, un año después, pudo cumplir —como él mismo recuerda— “el sueño de montar un taller de cerámica en el Pirineo aragonés”. Lo hizo en Santa Cruz de la Serós, el pueblo que hoy sigue siendo su hogar y su fuente de calma e inspiración. Así lo contaba en una entrevista firmada originalmente por Ricardo Grasa y en la que Castejón compartía su trayectoria, inquietudes y visión del oficio.
Afirma que un ceramista “se hace”, que todo nace del contacto con los materiales y del tiempo dedicado a entenderlos. En su caso, la elección de la cerámica no fue fruto de un plan, sino del encuentro natural con un material que encajó con su habilidad manual y su forma de mirar el mundo.
De Santa Cruz de la Serós destaca la paz, el tiempo para crear y la naturaleza que lo rodea, elementos que alimentan su trabajo diario. Buena parte de su obra bebe del románico —en especial de los emblemáticos ajedrezados jaqueses— y también del entorno natural: agua, peces, flores, hojas… formas que, según explica, siguen “líneas muy naturales o antropológicas”.
Con más de 1.500 piezas y nueve patrones decorativos, percibe un cambio en la sociedad: una recuperación del valor de lo hecho a mano frente al consumo rápido. Quien compra artesanía, dice, “la usa sabiendo que la ha hecho un artesano”, algo que hoy se aprecia más que hace 30 años.
Confiesa haber tenido más de una pesadilla con piezas que solo existían en sueños, y se define a sí mismo como “un saco de nervios”. Valora la confianza por encima de todo y reconoce que la lentitud es uno de los defectos que peor lleva. En su tiempo libre, prefiere la montaña, la naturaleza y la moto, aunque su pasión frustrada sería haber sido músico.
De entre sus creaciones, la Olla Jacetana es la que más satisfacción le produce: “Sin parangón”, afirma, recordando el trabajo colectivo que la hizo posible. En su tienda, lo más demandado son piezas prácticas para el día a día: tazas, platos, jarras o boles.
A lo largo de su carrera ha recibido encargos tan sorprendentes como cisternas artesanales o un reloj de sol para una boda que llegó a romperse dos veces en el horno debido a su tamaño y complejidad. Ahora, a sus 61 años, centra su energía en terminar y poner en marcha su tercer taller, ubicado cerca del aparcamiento de entrada al pueblo, y espera poder seguir trabajando hasta los 70.
No se considera mitómano y nunca ha tenido héroes, pero sí tiene claras sus convicciones políticas: se identifica con la izquierda, aunque critica su excesiva carga ideológica. Si pudiera rebobinar su vida, confiesa que sería “músico y viajero”. De hecho, viajar es su gran proyecto de futuro: seguir conociendo países y mundo, algo que considera esencial para él.
A los jóvenes que quieren dedicarse a la artesanía les da un consejo rotundo: pasión, ganas y obsesión creativa. “Vivía para el barro”, asegura, y esa intensidad sigue marcando su oficio.
Desde la AMCS compartimos esta noticia de Ricardo Grasa publicada en el Alto Aragón. Enlace noticia original: https://www.diariodelaltoaragon.es/noticias/comarcas/jacetania/2025/04/12/jose-miguel-castejon-santa-cruz-de-la-seros-me-aporta-mucha-paz-tiempo-y-naturaleza-1815029-daa.html
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