Nota: Artículo original de Álvaro Pérez (Ponferrada), publicado el 24 de noviembre de 2025. La AMCS comparte esta información por su interés para el patrimonio jacobeo.
El Puente Romano o Puente de los Peregrinos, situado en la entrada de Molinaseca (León), continúa siendo uno de los pasos más emblemáticos del Camino Francés, ruta declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1993. Con sus siete bóvedas —tres de origen romano— esta estructura ha sido testigo de siglos de tránsito de peregrinos, comerciantes y viajeros, convirtiéndose en una de las imágenes más reconocibles del Bierzo.
Según explica Silvia de Caso, técnica de Turismo del Ayuntamiento de Molinaseca, el puente no solo facilitó el paso durante siglos, sino que fue también un punto de control y recaudación de impuestos, un derecho concedido por Felipe IV en 1637. Su historia está marcada por restauraciones y ampliaciones continuas para adaptarse al cauce del río y al intenso tránsito de personas.
Un espacio histórico que sigue lleno de vida
Durante los meses de verano, las orillas del río Meruelo se transforman en una playa fluvial, donde vecinos, visitantes y peregrinos conviven en un entorno que combina patrimonio, tradición y disfrute del espacio natural.
Las tres primeras bóvedas, semienterradas y de origen romano, recuerdan que este paso formó parte de la antigua vía que unía Ponferrada con Foncebadón. Su relevancia ya aparece documentada en los siglos XII y XIII, consolidándose como un eje económico y social para Molinaseca.
Arquitectura singular en pleno Camino Francés
El puente mantiene elementos históricamente significativos, como el pavimento de cantos rodados o los pretiles tradicionales, lo que lo convierte en el único puente peatonal del Bierzo con estas características. A pesar de las intervenciones que ha recibido a lo largo del tiempo, conserva una armoniosa mezcla entre funcionalidad y autenticidad.
Patrimonio vivo del Camino de Santiago
Formando parte de los bienes asociados al Camino Francés – Patrimonio Mundial, el Puente de los Peregrinos continúa guiando a miles de caminantes cada año, simbolizando el diálogo constante entre pasado y presente.
Su preservación demuestra cómo un patrimonio cuidado puede seguir siendo útil para la comunidad sin perder su esencia histórica.
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