Astorga recupera el Salón Internacional del Chocolate,  el «Xocoalt Spain», que se celebrará del 9 al 12 de marzo en el antiguo complejo fabril de finales del XIX conocido como ‘La Rosario’.

La ciudad de Astorga, una de las más antiguas de Europa, hunde sus raíces en la leyenda. Autores hay, que la
relacionan con la vieja y ancestral mitología de los primeros pobladores europeos. Refiriendo su fundación
a los viejos mitos que la emparentan con las más antiguas fundaciones bíblicas y los pueblos Indoeuropeos.

Del mito y la leyenda poco queda aparte de las viejas historias, pero las crónicas nos dicen que fue una
importante ciudad romana – “Urs Magnifica” según el historiador romano Plinio el Viejo -, notable enclave
suevo, diócesis apostólica – una de las más grandes y antiguas de la península – y ciudad fundamental del más
universal de los itinerarios peregrinos; el Camino de Santiago.

La antigüedad e importancia como sede religiosa y el ascenso a la más alta nobleza de su aristocracia serían
las circunstancias fundamentales para convertirse en la puerta del cacao al viejo mundo.
En el siglo XVI, a la vuelta de Hernán Cortés a España, se acuerda la boda de la hija de este con el heredero
del Marqués de Astorga y Grande de España, en cuya dote el cacao era una aportación fundamental por par-
te de la prometida. El enlace nunca llegaría a realizarse, pero la historia de la identificación de la semilla del
Theobroma Cacao y Astorga, como puerta a Europa de la semilla, quedarían para siempre unidas.

A través del marquesado y especialmente de la bien poblada diócesis de monasterios y conventos, el chocolate se distribuyó por otros conventuales de la península, la Corte española y desde aquí por el resto de Europa. Serán las infantas españolas, en especial María Teresa, casada con Luis XIV de Francia (el Rey Sol), quienes introdujeron la costumbre de tomar chocolate en la corte de Francia y, por extensión, en el resto del continente. En el país galo, a diferencia de España donde se tomaba espeso, sería donde se instauró la costumbre del chocolate líquido. Nace así en Europa, la moda de consumir un producto que incluso, según edictos de la iglesia, servía de alimento para los tiempos de cuaresma en los que eran muy pocos los alimentos que podían tomarse.

En tiempos modernos, los Arrieros Maragatos – estirpe también mítica de las tierras que rodean la ciudad- que controlaban el comercio de los productos que provenían del otro lado del Atlántico, se encargarían de convertir el chocolate fabricado en la ciudad, en un producto afamado y esencial en la corte.

El clima frio y seco de la región, aspecto esencial e idóneo para un buen enfriamiento del chocolate, propicio
su calidad y refinamiento, y con ello su fama. Tal fue la importancia que a finales del siglo XIX y principios
del XX Astorga contaba con más de 50 fábricas de chocolate. Lo que la convertía en uno de las ciudades de
más renombre en el mundo del cacao.
Hoy esa historia se puede ver y conocer en el Museo del Chocolate de Astorga (1994), uno de los pioneros
en Europa, fruto de los afanes de un industrial de la ciudad, José Luís López, y actualmente de propiedad
municipal.

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