Historia
Con anterioridad al siglo IX, la ciudad de Santiago no existe como tal. Sin embargo, las excavaciones arqueológicas han demostrado que en el lugar que hoy ocupa la ciudad histórica, se asentaba en la Antigüedad una villa romana que pudo alcanzar una cierta importancia y que persistió hasta el siglo VII, pasando por el reinado de los suevos. Junto al recinto amurallado de la «civitas» romana se erigió, en el siglo I, el mausoleo pagano que más adelante daría origen a la catedral. No hay duda de que, en el mismo siglo, en ese mausoleo recibieron sepultura tres mártires cristianos, ni del prolongado culto en torno al sepulcro, tal como atestigua el cementerio cristiano circundante que se utilizó hasta el siglo VII.
En los primeros años del siglo IX (el año 813 es el más probable) el obispo de Iria Flavia, Teodomiro, por indicación de un eremita llamado Pelagio, examina el mausoleo que reconoce como el del Apóstol Santiago, basándose en la tradición oral según la cual Santiago había predicado en el «finis terrae» hispano y sufrido martirio tras su regreso a Palestina. Los discípulos Atanasio y Teodoro trajeron de nuevo su cuerpo decapitado, y para ello desembarcaron en Iria Flavia, a veinte km, y lo trasladaron hasta el monte Libredón, donde lo enterraron en un arca de piedra, dice la leyenda.
El rey asturiano Alfonso II se trasladó desde Oviedo con toda su corte y reconoció la existencia del sepulcro del Apóstol Santiago, declarándolo en ese mismo momento Santo Patrón del reino y convirtiendo el lugar en el centro de un culto capaz de aglutinar la cristiandad de Occidente frente a la expansión musulmana. La fundación de la ciudad se data en el año 830. También se construye la primera iglesia de Santiago, un sencillo templo que acogía en su interior el mausoleo de época romana.
Santiago foco espiritual de la Europa
La peregrinación a Compostela adquirió ya desde la fundación de la ciudad una gran importancia. Santiago se convertirá en el foco espiritual de la Europa occidental y en receptora de diversas corrientes de cultura, pero también de tesoros que enriquecen el santuario. Atraídos por ellos, los normandos realizaron repetidas incursiones por la ría de Arousa, aunque la invasión de la ciudad llegaría con los musulmanes. Estos, comandados por Almanzor, devastaron la urbe en el año 997, aunque respetaron el sepulcro. Con la reconstrucción se produce la primera expansión urbana de Santiago y se construye una nueva fortificación que define el perímetro de la ciudad histórica que hoy conocemos. En el año 1075 comienza la construcción de la gran catedral románica.
En 1099 accede al episcopado Diego Xelmírez, el gran impulsor de la sede compostelana y transformador de la ciudad. Figura clave de la política castellano-leonesa, su ánimo constructor lo dirigió a la catedral, al palacio Arzobispal y a las iglesias que van a acoger las nuevas reliquias traídas por él, entre ellas las de Santa Susana, segunda patrona de la ciudad.
Es tiempo de luchas entre el pueblo y el señorío arzobispal, de las que son protagonistas la reina doña Urraca, el obispo, los canónigos y abates, los caballeros y los burgueses. Desde el primer año de su episcopado, la construcción de la catedral recibe un impulso definitivo cuando Xelmírez encarga las obras al maestro Esteban, que las termina en 1125. En ese instante, la catedral y la ciudad crecen al mismo tiempo. Cuando muere Xelmírez en 1140, la estructura de la ciudad medieval que llegó hasta nuestros días, está ya definida.
En 1168 se inicia la segunda gran campaña de edificación de la catedral, encargándole las obras al maestro Mateo, que es el artista más importante de su tiempo en la Península Ibérica. En Santiago, su figura está ligada a dos conjuntos monumentales de la catedral: el Coro Pétreo y el Pórtico de la Gloria. Finalizado en 1188, el Pórtico de la Gloria traspasó las posibilidades estéticas de su época y señaló nuevos horizontes, hasta el punto de que hoy podemos considerarlo como una de las obras maestras del arte románico y universal.
En el siglo XIII la catedral se muestra en todo su esplendor, atrayendo cada vez a más fieles de toda la cristiandad y reforzando las peregrinaciones a la ciudad. En este tiempo está ya definido el Camino Francés, el más importante de los que llegan a Compostela. Las peregrinaciones dan lugar a un fenómeno decisivo en la vida de la ciudad: la instalación de los conventos de las órdenes mendicantes, por lo general en las puertas de la ciudad. Conventos como San Francisco, Santo Domingo, Santa Clara o Belvís, crean nuevos núcleos que determinan la estructura de la ciudad histórica situada extramuros. A lo largo de la Baja Edad Media, Compostela se fue conformando también como un importante núcleo industrial y comercial: calles como la de Caldeirería, Moeda Vella, Acibechería o Concheiros testimonian la existencia de gremios ricos y florecientes.
Los siglos XIV y XV fueron tiempos de luchas de la burguesía santiaguesa contra el poder de la Iglesia, mientras la mitra compostelana sufre una importante degradación económica. La familia Fonseca, que da tres arzobispos a la ciudad, rige sus destinos desde esa época de profundas transformaciones del final de la Edad Media. En 1495 se funda el Colegio de Estudiantes Pobres, germen de la actual Universidad instituida por Alonso de Fonseca III en 1525. Desde ese momento, Santiago empieza a adquirir un fuerte carácter de ciudad académica y estudiantil.
Las primeras décadas del siglo XVI suponen el comienzo de la transformación urbanística del núcleo monumental de Santiago, iniciada con la fundación por los Reyes Católicos del Hospital Real. Es la época de esplendor del plateresco. El siglo XVI comienza incorporando la dimensión civil a la ciudad y se cierra con el resurgimiento de las congregaciones religiosas. El Renacimiento sentó las bases del extraordinario conjunto de espacios públicos dispuestos alrededor de la basílica jacobea, que el periodo barroco se encargará de completar y perfilar.
El año 1657 se puede considerar como punto de arranque del barroco compostelano. La transformación urbana comienza con la reforma de la catedral. Conventos, iglesias y edificios civiles participan de este proceso del que surge el rostro y el perfil urbanos que hoy admiramos. Mientras tanto, siguen los trabajos orientados a convertir la catedral en el nuevo estandarte de la Compostela barroca, que culminarán en la construcción de la fachada del Obradoiro. El episodio que cierra el ciclo barroco en Santiago es la construcción del Palacio de Raxoi, que también configura la plaza del Obradoiro. La obra se inició en 1767 sobre el proyecto del ingeniero Carlos Lemaur, de clara inspiración clasicista.
La gran renovación de los principales monumentos de Compostela durante el periodo barroco puso en evidencia el estado precario y degradado de su tejido residencial, que mantenía en buena parte las características de la época medieval. Los tiempos ilustrados establecen los mecanismos concretos para llevar adelante la reforma de la fachada residencial de la ciudad, introduciendo aportaciones decisivas para la imagen que hoy tenemos de la Compostela histórica, como el enlosado, las fachadas de piedra y las características galerías.
El siglo XIX
Además de las intervenciones destinadas a dar un mayor decoro al tejido urbano, durante el siglo XIX se producen en Santiago dos operaciones de carácter público y de fuerte impacto en su fisonomía: la construcción del Mercado o plaza de Abastos y del parque de la Alameda. En este siglo desaparecen las murallas de la ciudad.
El siglo XX
El proyecto más ambicioso y de mayor impacto sobre la todavía embrionaria trama urbana de la ciudad moderna, durante la primera mitad del siglo XX, fue la Residencia de Estudiantes, que daría origen al Campus Sur. La actividad constructiva de la ciudad se va a centrar en ese campus durante las décadas de los años 60 y 70, un tiempo marcado por las tensiones y especulaciones inmobiliarias que dan origen al actual Ensanche.
Un hecho histórico decisivo para la ciudad de Santiago fue la constitución en 1980 de la Comunidad Autónoma de Galicia y su designación como sede de la Xunta de Galicia (Gobierno gallego) y de las instituciones autonómicas. Se convirtió así en capital política y administrativa de Galicia. Además, Compostela experimentó un fuerte impulso como ciudad cultural, comercial y de servicios, imponiéndose una redefinición del papel de la ciudad y de sus infraestructuras.
Nuevo milenio
La dimensión que Santiago de Compostela sigue teniendo como ciudad cultural y universitaria, y como punto de encuentro para gentes de todo el mundo, alcanzó su concreción en diferentes intervenciones urbanas que, por su calidad y singularidad, participan activamente de la vanguardia arquitectónica y urbanística de este nuevo siglo. Es el caso del Auditorio de Galicia, el Centro Gallego de Arte Contemporáneo (CGAC), la facultad de Periodismo, la reordenación de la avenida Xoán XXIII, el Palacio de Congresos y Exposiciones, el parque de San Domingos de Bonaval, la Ciudad de la Cultura…
Junto con los abundantes y cuidados espacios verdes, la apertura de nuevos espacios públicos, las esculturas diseminadas por el paisaje urbano, etcétera hacen de Compostela una ciudad en la que conviven, de una forma única, pasado y futuro. Tradición y actualidad.
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