Burgos

El corazón gótico del Camino de Santiago

Pocas ciudades del Camino Francés conservan con tanta precisión su huella jacobea como Burgos, una urbe que creció, piedra a piedra, al ritmo del peregrinaje hacia Santiago. Su trazado urbano aún sigue fielmente el recorrido histórico de los caminantes medievales, que desde hace siglos cruzan la ciudad guiados por la silueta majestuosa de su catedral gótica.

El Camino de Santiago no solo marcó la fisonomía de Burgos, sino también su espíritu. Aquí, arte, fe e historia se entrelazan en cada esquina, desde los antiguos hospitales de peregrinos hasta las iglesias, puentes y arcos que aún reciben al viajero con la hospitalidad de otros tiempos.

Las huellas del peregrino

La entrada tradicional de los peregrinos a Burgos se realiza por la calle de Las Calzadas, cuyo nombre ya evoca su origen romano y jacobeo. Al final del recorrido se alza el convento renacentista de San Bernardo, completamente restaurado, que marca la transición hacia el corazón espiritual de la ciudad.

La plaza de San Juan, fresca y arbolada, ha sido desde la Edad Media punto de encuentro y descanso para los caminantes. En torno a ella se encuentran tres joyas arquitectónicas:

• El Monasterio de San Juan, hoy museo del pintor Marceliano Santamaría.

• El Hospital de San Juan, antiguo refugio de peregrinos y actualmente Casa de Cultura.

• La iglesia de San Lesmes, dedicada al santo patrono de Burgos y protector de los peregrinos, que guarda sus reliquias y un impresionante retablo gótico.

Tras cruzar el puente medieval sobre el río Vena, el Arco de San Juan abre paso a la larga calle del mismo nombre. Este eje histórico conduce hacia el casco antiguo, donde las galerías acristaladas de madera en las fachadas ofrecen una de las imágenes más características de la ciudad.

La ruta monumental

Siguiendo la calle de Avellanos, el peregrino llega a la antigua rúa de Fernán González, arteria vital del Burgos medieval. Aquí se mezclan los ecos de los antiguos palacios renacentistas, como el del Cubo, con las torres y contrafuertes de las iglesias góticas. Una parada imprescindible es la iglesia de San Gil Abad, una de las más bellas de la ciudad, con su rica decoración escultórica y sus capillas de los siglos XV y XVI.

La misma calle conduce a la joya suprema del arte gótico español: la Catedral de Santa María, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su silueta, con las torres caladas y los pináculos que se elevan hacia el cielo, es símbolo eterno del espíritu del Camino. Dentro, el peregrino puede admirar el Cimborrio, la Escalera Dorada, la Capilla del Condestable y las tumbas del Cid y doña Jimena, héroes legendarios de la Castilla medieval.

Muy cerca, la iglesia de San Nicolás de Bari sorprende con su retablo de piedra, una obra maestra de Francisco de Colonia, y junto al Arco de Fernán González se levanta el Solar del Cid, espacio simbólico donde se recuerda al caballero burgalés más universal.

El itinerario continúa hacia el Arco de San Martín, de estilo mudéjar, que marca la salida del casco amurallado. Por las calles del Emperador y Villalón, los peregrinos descienden hasta el puente de Malatos, uno de los pasos más antiguos sobre el río Arlanzón.

El descanso del caminante

Tras dejar atrás el bullicio urbano, el peregrino entra en un oasis verde: el parque de El Parral, donde el rumor del río acompaña los últimos pasos hacia el Hospital del Rey, fundado por Alfonso VIII para acoger a los caminantes enfermos y necesitados. A su lado se encuentra la capilla de San Amaro, también ligada a la tradición hospitalaria del Camino. Ambos conjuntos, perfectamente conservados, evocan el espíritu solidario y espiritual que ha acompañado a Burgos durante más de ocho siglos.

Hoy, el Hospital del Rey forma parte del Campus de la Universidad de Burgos, pero conserva sus claustros, escudos y portadas originales, testigos del paso de miles de peregrinos a lo largo de los siglos.

Burgos, alma del Camino

Burgos no es solo una parada del Camino: es un símbolo vivo del peregrinaje. Desde sus orígenes medievales hasta la actualidad, ha sido punto de encuentro entre culturas, viajeros y creyentes. Su catedral, sus monasterios y sus calles empedradas siguen invitando a detenerse, contemplar y continuar el viaje con el alma renovada.

En cada piedra de Burgos late la historia del Camino de Santiago: la del esfuerzo, la fe y la búsqueda interior que han hecho de esta ciudad uno de los corazones espirituales de Europa.