Podía haber sido bailarina, si la escuela de danza no hubiera pensado que a los catorce años ya era tarde para iniciar una gran carrera. Podía haber sido tan sólo una bonita voz de anuncios si alguien no hubiese descubierto muy pronto que aquella voz servía mejor a la música que a la publicidad.
Dulce Pontes, nacida en Montijo (Portugal) en 1969, ganó el Festival Nacional de la Canción de su país en 1991. Ese mismo año representó a Portugal en el Festival de Eurovisión, donde obtuvo el premio a la mejor intérprete. Fue la primera vez que Europa oyó la voz de Dulce Pontes. Desde aquel instante su vida da un giro. Parte en busca de una identidad propia. Se sumerge en las raíces de la música portuguesa, incluyendo el tradicional fado, considerado entonces como algo trasnochado. Y consigue reinventar lo que parecía muerto. Como demostrarán los años y los discos posteriores, Dulce hace algo más que repetir algo que ya estaba hecho. Su voz luminosa no cabe en ningún estilo que la limite, no conoce fronteras. Su voz y su forma de interpretar constituyen un género propio. Por eso, tanto da que cante rock, fado o una canción de Angola: su estilo es único e inconfundible.
Su carrera hasta hoy está plagada de aciertos y de éxitos. Los más grandes intérpretes del mundo entero han colaborado con Dulce Pontes en un importante número de discos y conciertos. El 8 de agosto de 2019, Dulce Pontes estrenó su nuevo espectáculo, “30 años de carrera”, un directo en trío en el que comparte escenario con Daniel Casares (guitarra) y Yelsy Heredia (cello).
Teatro Bretón de los Herreros a las 19:30 h.
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