La barrera para evitar el oleaje del pantano Yesa y las crecidas del río Escá lleva cuatro años levantada sin que terminen las obras que la integrarán en el paisaje.
El recrecimiento del pantano de Yesa es una obra que parece no tener fin en Aragón. Y las construcciones asociadas al proyecto principal llevan el mismo camino. Es lo que sucede con el muro que se ha levantado en Sigüés para evitar la inundación del municipio a la espera del uso recreativo que la finalización de la construcción del dique de cola del río Esca que permitirá su integración con el entorno. Por el momento la rotunda barrera de más de 30 metros de alto se ha convertido en un elemento de división entre los vecinos.
El alcalde de la localidad, Eduardo Abadía, asume con resignación la situación. “El muro es una protección en el caso de una gran riada que llenara el pantano de Yesa, algo que solo puede suceder en una situación excepcional”, indica. El proyecto inicial busca integrarla en el lago artificial que se formará con la construcción del dique secundario del pantano y forma parte de las acciones contempladas dentro del plan de compensación por el recrecimiento. Ha supuesto una inversión de más de 27 millones de euros.
Para desarrollar la infraestructura, que además de evitar crecidas del río Escá protegerá al casco urbano de Sigüés del oleaje previsto en la lámina de agua de Yesa, se tuvieron que llevar a cabo las expropiaciones de varias casas. Las obras comenzaron en el 2018 y en este tiempo han sufrido todo tipo de reveses, tanto arquitectónicos como judiciales. “En estos tiempos no se plantearían unas infraestructuras de este tipo”, señala. Para el futuro, una vez que se pueda terminar el proyecto el consistorio confían en poder diseñar una zona de servicios para el pueblo, con campo de fútbol incluido. Pero ese momento parece muy lejano en el tiempo. “Sería un enorme fastidio que se quedara de este modo”, afirma Abadía. Por el momento la obra lleva cuatro años mostrando sus costuras.
Con el recrecimiento parado, y la constancia de que la principal catástrofe a la que se enfrentan los aragoneses tendría que ver con una rotura de la presa de Yesa, desde las entidades críticas con las obras alertan de que el muro no podría cumplir con la función para la que ha sido diseñado por presentar una cota más baja que la de la presa del propio embalse, así lo indican desde formaciones ecologiastas como Equo.
El doctor ingeniero industrial y profesor de Hidráulica de la Universidad de Zaragoza, César González Cebollada, destaca que el proyecto es «una especie de chapuza» que no cumple con su función por su falta de altura y por dejar al municipio expuesto en la zona de resguardo el embalse. Alerta sobre la posibilidad de un deslizamiento súbito de las laderas y por el mayor riesgo de avenidas asociado al cambio climático. «La situación cada vez es más peligrosa», asume. González Cebollada realizó en 2019 un informe para la asociación Río Aragón contra el recrecimiento de Yesa en el que se estudió en detalle el peligro de inundación de la localidad de Sigüés.
El alcalde por su parte considera que el pueblo no necesita una protección contra una crecida repentina de Yesa, pues la cota de la presa está en los 514 metros y el pueblo a una altura de 520. Además, para entrar en una zona de riesgo tendrían que fallar de forma catastrófica los aliviaderos de la presa. De esta forma, gracias al dique secundario, el muro permitirá contener un lago permanente que evitará el lodazal que se forma en la cola de los pantanos cuando baja el nivel de las aguas. Pero eso será cuando se remate la estructura. Y a saber.