En el corazón de la meseta castellana se esconde un lugar donde la historia medieval sigue viva entre templos, canales y rutas de peregrinación. Un destino que cautiva por su legado románico y por su estrecha relación con el Camino francés
Pueblo medieval de Castilla y León, con canales históricos, en pleno Camino de Santiago y considerado capital del románico palentino: un enclave que combina arte, espiritualidad y paisaje en la Tierra de Campos. Sus templos, sus esclusas del Canal de Castilla y el paso constante de peregrinos han forjado una identidad única que hoy atrae a viajeros que buscan historia viva. Además, mantiene un valioso legado medieval que se aprecia tanto en su arquitectura como en su trama urbana, donde cada piedra recuerda siglos de tránsito, comercio y devoción.
El pueblo de Castilla y León que enamora a los peregrinos
Hablamos de Frómista (Palencia), parada imprescindible para quien recorre el Camino Francés y auténtico cruce entre la fe y la razón. Su icono es la iglesia de San Martín de Tours, vinculada al antiguo monasterio fundado por Doña Mayor (1066) y restaurada entre 1895 y 1901 por el arquitecto Manuel Aníbal Álvarez, ejemplo soberbio del románico europeo. Las torres cilíndricas, el cimborrio octogonal y la sucesión de naves con bóveda de cañón describen un templo de líneas puras y extraordinaria unidad estética. El pueblo fue además clave en la configuración histórica del Camino, tal y como recoge el Codex Calixtinus, que lo señala como final de la sexta etapa.
Más allá de San Martín, el casco urbano reúne la gótica Iglesia de San Pedro (con portada renacentista) y el Museo Parroquial, donde destacan las 29 tablas hispano-flamencas del retablo de Santa María del Castillo. Precisamente este templo —Bien de Interés Cultural desde 1944— acoge el montaje audiovisual ‘Vestigia, Leyenda del Camino’, un recorrido inmersivo de 35 minutos con pantallas panorámicas y recursos 3D que repasan la historia local y las leyendas jacobeas. En las afueras, la Ermita de Santiago o del Otero conserva la zona del crucero y la románica Virgen del Otero (siglo XIII), piezas claves para comprender la espiritualidad de la villa.
El otro gran emblema es el Canal de Castilla, cuya cuádruple esclusa salva casi 15 metros de desnivel y resume la ingeniería ilustrada que reactivó la economía local. La antigua Casa del Esclusero funciona hoy como oficina de turismo y punto de partida para el Barco del Camino Juan de Homar, que permite “navegar” la Tierra de Campos en un tramo único del Camino Francés. Con su patrimonio, su red de albergues y su ubicación estratégica, Frómista se confirma como destino imprescindible para amantes del arte románico, del paisaje castellano y de la experiencia jacobea más auténtica.
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