Viana se sitúa en la comarca de la Sonsierra, al sur de Navarra, sobre un alto que domina el valle del Ebro. Conocida como la “Ciudad de los Príncipes de Viana”, la localidad combina un rico patrimonio histórico, tradiciones centenarias y un enclave estratégico en el Camino de Santiago. Su paisaje mezcla viñedos, colinas y arquitectura urbana, ofreciendo al visitante historia, cultura y naturaleza en un mismo recorrido.

Historia

La historia de Viana es un extenso y fascinante recorrido por más de cuatro mil años, con huellas visibles desde la Prehistoria hasta la modernidad. La presencia humana más antigua en su territorio se remonta al Paleolítico Inferior (200.000 años a.C.), como demuestran herramientas líticas, bifaces, raederas y restos de fauna como el Elephas antiquus. Estos testimonios evidencian que las tierras de Viana fueron un corredor natural para los primeros grupos humanos que transitaban entre el valle del Ebro y las sierras del norte.

Con el Neolítico llegaron la agricultura, la domesticación animal y los primeros rituales funerarios comunitarios. De esta época procede el Hipogeo de Longar, uno de los monumentos prehistóricos más sobresalientes de Navarra. Datado entre 2850 y 2500 a.C., esta cámara sepulcral, excavada en el “Alto de los Bojes”, a 9 km de Viana, se conserva casi intacta, ofreciendo una visión excepcional del pensamiento simbólico de las primeras comunidades agrícolas.

Durante la Edad del Hierro, el territorio se integró en la cultura celtibérica. El poblado de La Custodia, habitado desde el siglo VI a.C., fue un núcleo de gran importancia. Allí aparecieron téseras de hospitalidad con inscripción celtibérica, los primeros textos conocidos en Navarra. Estas piezas han permitido a los investigadores identificar el lugar con Uarakos, la capital de los berones célticos, antecedente directo de la futura ciudad romana de Vareia. El poblado tuvo un papel estratégico en el entramado comercial del Ebro hasta que fue destruido durante las Guerras Sertorianas entre Pompeyo y Sertorio (80–72 a.C.).

Con la romanización, Viana y su entorno quedaron bajo la influencia de Vareia, donde se asentaron veteranos de la Legio IV Macedónica. Se configuró una red de villas agrícolas dedicadas al trigo, la vid y el olivo, situadas cerca de las calzadas romanas y de cauces fluviales. Estas explotaciones dieron origen, siglos después, a las aldeas medievales cuyos templos románicos aún perviven como ermitas.

La etapa decisiva para el nacimiento de la Viana actual llegó en 1219, cuando el rey Sancho VII «El Fuerte» fundó la villa para consolidar la frontera de la Sonsierra frente a Castilla. Para atraer población y fortificar este enclave estratégico —tanto militar como comercial y jacobeo— el monarca le concedió el Fuero del Águila, conservado en el archivo municipal. La nueva ciudad nació amurallada, con cuatro portales, un castillo y dos iglesias-fuertes que actuaban como defensa y como centros de vida comunitaria. Desde ese momento, el Camino de Santiago modificó su trazado para pasar por la villa, multiplicando la actividad económica y aumentando su relevancia en la red de rutas medievales.

A lo largo de los siglos XIII al XV, Viana sufrió numerosos conflictos derivados de su condición de bastión fronterizo. En 1423, el rey Carlos III “el Noble” instituyó el Principado de Viana, otorgándolo a su nieto Carlos, heredero del Reino de Navarra. Desde entonces, el título de Príncipe de Viana lo llevarían los primogénitos navarros, tradición que continúa hoy en la Casa Real española.

En 1507, Viana quedó marcada para siempre por la muerte de César Borgia, hijo del papa Alejandro VI y general de los ejércitos de Navarra. Falleció en una emboscada cerca de la ciudad, y una lápida frente a Santa María recuerda hoy este episodio que inspiró incluso a Maquiavelo para escribir El Príncipe.

Tras la conquista de Navarra en 1512, Viana se incorporó a la administración castellana en el Corregimiento de Logroño. Durante los siglos XVI y XVII vivió un periodo de prosperidad gracias al vino y la agricultura, lo que propició la construcción de palacios, templos y casas solariegas de estilo renacentista y barroco. En este periodo surgieron numerosas familias nobles y personajes relevantes que ocuparon cargos eclesiásticos, militares y académicos.

El siglo XVII consolidó su importancia: en 1630, el rey Felipe IV le otorgó el título de Ciudad. Poco después se adquirieron el castillo, las murallas y el Soto Galindo por 28.000 ducados de plata, reforzando su autonomía.

El siglo XIX, sin embargo, estuvo marcado por la inestabilidad: la ocupación napoleónica en 1808, los saqueos de guerrillas, y las Guerras Carlistas devastaron la ciudad, destruyendo templos, vidrieras y afectando gravemente a la iglesia de San Pedro. En 1875 se celebró en sus afueras uno de los canjes de prisioneros más importantes del conflicto.

La filoxera, la emigración y la guerra civil marcaron el inicio del siglo XX, aunque la modernización industrial de los años 60 reactivó su economía. Ya en el siglo XXI, Viana ha experimentado una notable recuperación socioeconómica, con una agricultura renovada, tres polígonos industriales, nuevos servicios públicos y un esfuerzo continuado de restauración del casco histórico.

Hoy, Viana es una ciudad que combina autenticidad histórica, dinamismo cultural y un papel destacado en el Camino de Santiago, manteniendo vivo su legado como “Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Viana”.

Patrimonio

Su patrimonio muestra capas superpuestas de historia que van desde vestigios prehistóricos hasta construcciones medievales, renacentistas y barrocas, un conjunto que se descubre al pasear por sus empedradas calles, al recorrer sus monumentos y al observar el paisaje que la rodea. Entre sus joyas destacan la monumental iglesia de Iglesia de Santa María de la Asunción, edificada entre 1250 y 1312 en estilo gótico con tres naves, bóvedas de crucería, capillas entre contrafuertes, triforio y cabecera poligonal, declarada Monumento Nacional en 1931, cuya portada renacentista en la fachada sur y su interior con retablos barrocos, sacristía, sala capitular y capilla de San Juan del Ramo conviven con la historia y la fe de siglos.

La antigua Iglesia de San Pedro, primera parroquia de la villa, construida como iglesia-fuerte en el siglo XIII, también forma parte del legado histórico; aunque hoy presenta ruinas, sus muros, torreón defensivo y portada barroca recuerdan su uso militar y religioso, su relevancia en la Edad Media y los avatares que sufrió la población.

El trazado urbano —restos del recinto amurallado, portales (como los históricos portales de San Felices, Santa María, San Juan, Estella o La Solana), callejones empedrados, casas con escudos de armas y palacios renacentistas y barrocos— revela el pasado señorial, defensivo y comercial de la villa, evidenciando su papel en la frontera navarro-castellana y en el tránsito de personas, comercio y peregrinos.

El entorno arqueológico también forma parte clave del patrimonio: en el “Alto de los Bojes” se conserva el Hipogeo de Longar, sepulcro colectivo prehistórico que atestigua las primeras comunidades agrícolas del valle, mientras que los restos de la ciudad romana Vareia, con mosaicos, villas rurales y vías de comunicación con otras regiones, muestran las huellas del paso de las legiones romanas y del modo de vida en la antigüedad.

Pero Viana no es solo piedras y ruinas: también su paisaje, sus viñedos, su topografía, las colinas y el valle del Ebro conforman un patrimonio natural que acompaña su patrimonio histórico. Las rutas de senderismo, los miradores (como el que permite imaginar la antigua fortaleza gracias a una recreación virtual del castillo medieval) y los caminos que rodean la villa ofrecen al visitante una experiencia completa donde historia, naturaleza y cultura se entrelazan.

Camino de Santiago

Viana ocupa un lugar destacado en el Camino Francés, habiendo modificado su trazado para pasar por la nueva villa en el siglo XIII. Los peregrinos medievales encontraban aquí hospitales, albergues y refugios en lugares como San Julián, La Alberguería, Santa Catalina o Nuestra Señora de Gracia.

El Albergue de Peregrinos y las rutas señalizadas permiten recorrer la villa y sus alrededores, disfrutando del patrimonio y la hospitalidad local. El Camino no solo atraviesa la ciudad, sino que la ha modelado social, económica y culturalmente durante siglos.

Festividades

Viana mantiene vivas tradiciones religiosas y populares:

  • Patrona Santa María Magdalena: Elegida en 1599 durante una epidemia, se celebra el 22 de julio con procesiones, misas y eventos culturales.

  • Mercados y ferias históricas: Recreaciones de ferias medievales, mercados de artesanía y gastronomía que recuerdan el papel histórico de Viana como centro comercial y de tránsito.

  • Eventos culturales: En la ciudad se celebran conciertos, exposiciones y actividades relacionadas con la historia y la viticultura local, potenciando el turismo cultural y familiar.

Actualidad

Viana combina agricultura renovada, industria moderna y servicios culturales y turísticos. Cuenta con más de 70 empresas industriales, un centro comercial, residencia de ancianos, polideportivo, albergue de peregrinos y la Casa de Cultura “Navarro Villoslada”.

El municipio ha apostado por la rehabilitación del casco histórico, restauración de murallas, embellecimiento de paseos y conservación de patrimonio religioso y civil, logrando recuperar el esplendor histórico de la ciudad.

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