Villafranca Montes de Oca es un pequeño municipio de la provincia de Burgos, en Castilla y León —en la comarca de los Montes de Oca— situado a 948 metros de altitud. Con una población muy reducida que ronda los 120-150 habitantes en la actualidad, el pueblo se extiende a lo largo de la carretera N-120, que funciona como su calle mayor. Su entorno natural, con bosques de robles, pinos y hayas, y su ubicación entre montañas le aporta un carácter rural y tranquilo, ideal tanto para quienes buscan la historia como para quienes desean naturaleza, silencio y aire limpio.
Historia
El origen de Villafranca Montes de Oca se remonta a época romana, cuando se conocía como Auca o “Oca”. Con la invasión musulmana en el siglo VIII, la población sufrió destrucción y despoblación. Con la reconquista y la repoblación, su casco urbano se desplazó poco a poco hacia el valle del río Oca, donde se asienta hoy.
Durante la época visigoda —y hasta el traslado de la sede episcopal en 1075— fue sede episcopal, lo que subraya su importancia religiosa y administrativa en tiempos antiguos. Con el auge de la peregrinación hacia Santiago de Compostela, en la Edad Media Villafranca recobró relevancia como punto de paso para peregrinos. A lo largo de los siglos se consolidó como villa de realengo, cabecera de la hermandad local en los antiguos partidos administrativos del reino.
A pesar de su despoblación progresiva, el pueblo ha mantenido su identidad rural y su vínculo con la tradición, adaptándose al paso del tiempo y conservando vestigios históricos que recuerdan su pasado de paso, refugio y comunidad.
Patrimonio
El municipio conserva un patrimonio modesto en tamaño pero rico en historia y simbolismo, en el que destacan varios monumentos y vestigios integrados en su paisaje rural:
La Iglesia de Santiago Apóstol, de finales del siglo XVIII, constituye el principal templo parroquial de la villa. Su arquitectura destaca en el caserío y su interior alberga elementos de devoción vinculados al Camino. Muy cerca, se encuentra el Hospital de San Antonio Abad, fundado en 1380 por la reina de Castilla, un histórico hospicio de peregrinos que hoy constituye parte esencial del patrimonio medieval del municipio.
Entre los vestigios religiosos sobresale también la Ermita de la Virgen de Oca, vinculada a antiguas devociones populares, y la Fuente de San Indalecio, ligada a leyendas de martirio y considerada tradicionalmente como sitio de milagros, que añade dimensión espiritual y legendaria al entorno.
El trazado del pueblo —una calle mayor larga que coincide con la N-120— y su estructura lineal a ambos lados de la vía muestran cómo el pueblo creció al amparo del paso de peregrinos y del tránsito comercial, conservando ese carácter de cruce de caminos.
Finalmente, su entorno natural —colinas, bosques de robles y pinos, montes, aire limpio— forma parte también de su patrimonio, ofreciendo rutas de senderismo, naturaleza, paisaje y un escenario privilegiado para quienes buscan tranquilidad, historia y contacto con la tierra.
Camino de Santiago
Villafranca Montes de Oca ocupa un lugar significativo en la etapa burgalesa del Camino Francés hacia Santiago de Compostela: es uno de sus pueblos de paso, sito poco después del puerto que marca el inicio de los Montes de Oca, tradicionalmente temidos por montañas y bosques.
Desde la Edad Media ofreció hospitalidad a peregrinos gracias a su hospital y a sus alojamientos religiosos, siendo refugio para quienes abandonaban temporalmente o definitivamente su peregrinación. Su nombre recuerda su pasado como “villa franca” o refugio libre para los caminantes, acentuando su vocación jacobea.
Hoy, aunque es un pueblo pequeño, sigue recibiendo peregrinos. Su iglesia, su historia, su entorno natural y su patrimonio lo convierten en una parada interesante: un lugar de descanso, reflexión y conexión con la historia del Camino antes de afrontar la subida por los Montes de Oca hacia San Juan de Ortega.
Festividades
La localidad burgalesa mantiene vivas algunas tradiciones populares ligadas a su pasado, su comunidad religiosa y su historia local. Entre ellas destaca la fiesta de San Antón —que se celebra el 17 de enero— en honor al patrón del antiguo hospital para peregrinos. Durante ese día se lleva a cabo la bendición de los animales, y la hermandad local organiza una comida tradicional con legumbres y embutidos, evocando las viejas costumbres de acogida y hospitalidad.
También cada primer fin de semana de agosto se celebra la romería en honor a la Virgen de Oca: los vecinos acompañan la imagen de la Virgen (y a veces la de San Isidro) en procesión hasta la ermita, en un acto de devoción acompañado de danza tradicional, comidas, verbenas y actividades populares que reúnen a gentes del pueblo y visitantes.
Estas celebraciones mantienen viva la comunidad, reafirman su identidad histórica y ofrecen a quien las visita una oportunidad de conocer las tradiciones auténticas de la villa.
Actualidad
Villafranca Montes de Oca conserva un pequeño número de habitantes estables —en torno a 120–150—, aunque en verano la población puede aumentar algo con visitantes, caminantes y peregrinos que transitan por el Camino de Santiago. Su economía gira en torno a la agricultura, la ganadería y la explotación forestal, moderadas por las difíciles condiciones climáticas de montaña (invierno frío, veranos templados) y por su reducido tamaño.
El legado histórico, junto con la naturaleza que lo rodea —bosques, montañas, aire limpio— lo hacen atractivo para turismo rural, senderismo y experiencias ligadas al Camino de Santiago. A pesar de su modestia, Villafranca mantiene una oferta básica de servicios y conserva su alma de refugio para viajeros, como lo ha sido desde siglos atrás.
En resumen, Villafranca Montes de Oca es hoy un rincón tranquilo, cargado de historia, naturaleza y espiritualidad; un pueblo pequeño, sí —pero con un valor simbólico y patrimonial que lo convierte en una parada memorable para quienes recorren el Camino de Santiago o para quienes buscan descubrir las huellas de la historia en los pueblos rurales de España.
