Samos en la Prehistoria y la Antigüedad
Los vestigios arqueológicos conservados en el municipio de Samos son testimonios de un remoto asentamiento prehistórico en estas tierras. La manifestación más antigua de esos primeros pobladores se encuentra en las cuevas de Santalla, los túmulos megalíticos de Bustofrío y Trascastro y los castros de Loureiro y Formigueiros.
La abundancia de estos antiguos poblados (castros), indica la importancia de la cultura castrense, manifestada en lugares como Pascais, Romelle, Lourido o Estraxiz. A pesar de no haberse realizado excavaciones, se puede datar la presencia de esta cultura entre el siglo VII a. C. y el siglo II d. C., aunque es muy probable que los asentamientos perduraran hasta la Edad Media.
Orígenes del Monasterio de Samos
La llegada de los monjes en el siglo VI va a acaparar la historia del municipio, íntimamente ligada a su monasterio. Su origen se remonta a la época de dominio suevo y visigodo, situando su fundación en el siglo VI.
El monasterio quedó abandonado en el año 714 con la llegada de los árabes a Lugo; aunque fue por un corto espacio de tiempo. Se tiene noticia de la asignación del terreno que hace el rey Fruela I en la segunda mitad del siglo VIII al abad Argerico. Este, posteriormente, proporciona estancia y refugio a su heredero Alfonso II el Casto, que pasó aquí su infancia tras el asesinato de su padre.
Hospital de peregrinos en Samos
En el siglo X, la vida monástica en el monasterio sufre un quebranto y a petición de los nobles gallegos Arias y Gutier Menéndez, San Virila, abad de Penamaior en Becerreá enviará diecisiete monjes que logran retornar la vida monástica al cenobio. Es en el siglo X cuando este cenobio toma la regla de San Benito. A raíz de la adopción de la regla de San Benito, el monasterio se ocupa de dar hospitalidad a los peregrinos en el año 960.
Existe documentación del auge de la abadía de Samos en una bula papal de Alejandro III del año 1175. En ese momento la abadía ejercía jurisdicción sobre 105 iglesias repartidas por toda Galicia.
En el siglo XV los Reyes Católicos implantan una reforma en los monasterios benedictinos. Como consecuencia, Samos recibe un importante impulso en el aspecto económico y en la formación monacal. Los siglos XVII y XVIII son una época de intensa actividad.
Siglo XIX: Tiempos de incertidumbre
En el siglo XIX fue hospital de guerra durante la ocupación francesa. En este siglo se inicia una etapa de incertidumbre para el futuro de la abadía. En el año 1835 pasa de ser habitado por treinta y siete monjes a tres. Esto lleva consigo el deterioro del edificio, que entregado por el Estado al municipio de Samos, por insuficiencia de fondos para el mantenimiento, fue devuelto al mismo en el 1862.
Ya en el año 1880, el monasterio inicia su resurgimiento al llegar nueve monjes de la orden procedentes de Valladolid, que trabajaran en su restauración.
Toda la historia de Samos está ligada al monasterio. Incluso su nombre primitivo, Samanos, que según el Padre Sarmiento significa una comunidad religiosa.
Fuente: www.concellosamos.es