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Luquin-Lukin

(Navarra)

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Historia

Probablemente Luquin existe como pueblo desde el año 921, cuando los reyes de Navarra, en concreto los Sanchos, tenían su sede en el Castillo de Monjardín. Luquin se vio invadido por los moros de Abderraman III de Córdoba. Venía este gran guerrero desde África, alistando tropas por todo el trayecto, a luchar contra el rey Sancho y su hijo don García. Y según cuenta el P.Moret, fue en el término llamado entonces val de Junquera, entre Muez y Salinas de Oro, donde se dió el encuentro y se llevó a cabo el combate entre navarros y moros. No lograron la total victoria, pero detuvieron a las huestes enemigas, que se vieron obligadas a refugiarse en las montañas.

Abderramán III había entrado por el Oeste, pasando por la merindad de Estella y conquistando a la vez varios castillos y plazas fuertes. Uno de ellos, al parecer el de San Esteban de Monjardín.

El rey Sancho no resignado a la pérdida, reunió sus tropas, antes de partir arengó a los suyos en el monasterio de Irache y se ofreció a María, prometiendo donación de cuanto conquistase. Según su promesa. Uno de los pueblos entregados en posesión al abad del monasterio, perteneciente entonces a los benedictinos fue Luquin.

 

Patrimonio Cultural y Arquitectónico

Parroquia de San Martín de Luquin

La parroquia de San Martín de Luquin, a pesar de su apariencia barroca es un edificio de origen medieval. Al exterior, el edificio muestra muros de sillería, en los que se advierten las diversas etapas constructivas, distinguiéndose el sillar medieval en los muros de la nave, aunque una cornisa barroca da uniformidad a todo el conjunto.
Enriquece la volumetría del templo la torre que emerge en el tramo de los pies, fábrica del siglo XIII en sillería, que forma un prisma de planta rectangular con cuerpo de campanas abierto por varios arcos de media punto -algunos cegados en la actualidad, sobre línea de matacanes.

Su remate fue arreglado en época barroca con una cornisa y cuatro pirámides de bolas, las cuales montan encima de las esquinas Delante de la torre, por el lado de la Epístola, se encuentra instalada una monumental portada barroca de la primera mitad del siglo XVIII, cuya tipología deriva del portal de la basílica de Mendía en la vecina localidad de Arróniz, que labró en torno a 1702 el cantero Francisco de Ibarra, a quien podría adjudicarse esta obra de Luquin; ello no resulta aventurado teniendo en cuenta que en ese lugar está documentado su trabajo, en la basílica de Nuestra Señora de los Remedios y Milagro.

La portada parroquial, concebida como un gran retablo, es una aparatosa máquina de piedra con un cuerpo de exquisitas proporciones cuadradas, formado por parejas de columnas exentas de capitel compuesto y fuste acanalado que montan en altos pedestales de frentes cajeados.
En doble cornisa se eleva un ático provisto de pilastras cajeadas y potentes machones extremos, que otorgan un gran vigor arquitectónico al proyecto; frontón curvo roto y envuelto en volutas centrado por pirámide con bola culmina la estructura y unos aletones envolutados la encuadran, para así facilitar el tránsito de los cuerpos.
Entre las columnas del primer cuerpo se abre una puerta adintelada con baquetón mixtilíneo, muy semejante a la de una casa de la calle San Antón de los Arcos, que también parece obra de Francisco de Ibarra.
Sobre la puerta se halla instalado un óvalo con el emblema de San Pedro, dentro de un ostentoso enmarque de follajes y timbrado por corona abierta que sostienen dos ángeles.
Su tosquedad desdice del empaque arquitectónico del conjunto. En el ático queda una hornacina de media punto bajo venera, la cual alberga una estatua de San Martín, titular del templo.
La portada tiene un adecuado enmarque urbanístico en una lonja delantera a la que se accede por una escalinata de peldaños curvos y contracurvos, inspirada en los diseños arquitectónicos de Sebastiano Serlio.

Ermita

Está situada en el término del Campo de Luquin o Campo de Abajo. Vino a sustituior en el año 1879 a la antiguamente se le llamaba de San Esteban Promártir y así viene referenciada en diversos textos. En los documentos de Irache se la cita con ocasión de una arrendación de las tierras que el monasterio tenía en los términos de Luquin y Urbiola. Dicha arrendación está firmada en favor de D. Braulio Ayúcar y D. Martín López y lleva fecha de 28 de Enero de 1816. En el año 1844 fue reedificada. De su antigüedad no nos cabe duda de observar una petición de permiso del Archivo Diocesano que así reza: «los vecinos y concejo de Luquin piden licencia para continuar haciendo procesión que han acostumbrado el segundo día de Pentecostés a la ermita dista más de una legua del lugar y fue suspendida por ello. Los vecinos dicen que la procesión tiene más de 500 años. Se concede el permiso.» Sin duda los labradores quisieron que su patrón vigilase el grueso de la plantación de cereal que crecía en ese término. Se le rinde culto todos los años en la romería que el pueblo lleva a cabo el Sábado mas cercano a la festividad, el 15 de Mayo. La ermita en sí es una construcción moderna de planta rectangular con cubierta plana, edificada en sillarejo rebocado. Se abre por el lado derecho a través de un arco de medio punto, sobre el que monta una sencilla espadaña de ladrillo con un solo arco y que alojaba aquel pequeño campanillo… Salvo un pequeño retablo muy retocado, en interior carece de valor artístico. Expuesta a saqueos y hurtos constantes, sería de inconscientes permitir la permanencia en la ermita de cualquier imagen aún siendo escaso su valor.

Basílica de Nuestra Señora de los Remedios y del Milagro

La Basílica de Nuestra Señora de los Remedios y del Milagro es un edificio barroco. Tiene planta de cruz latina con nave de tres tramos desiguales -más estrecho en los pies-, crucero de tramo central rectangular y cabecera recta. Las pilastras son cajeadas con aparatosos capiteles compuestos dorados que articulan los muros interiores, corriendo en su remate una cornisa de la que arrancan las cubiertas. Todo el recinto recibe bóvedas de medio cañón con lunetos y fajones, salvo el tramo central del crucero que se cubre por una media naranja elíptica, dividida en cuatro grandes casquetes alternados con otros menores.
La decoración barroca del templo, excepto los capiteles de las pilastras, se reduce al florón central de la cúpula, a base de yeserías de tipo vegetal. A mediados del siglo XIX fueron pintados los óvalos de las pechinas con historias marianas por Ramón Garrido, aunque en 1920 los retocó Blas de Usechi. De esta época es la decoración pictórica de muros y cubiertas.

Al exterior, los muros son de sillarejo, aunque el lado orientado hacia el sur y que funciona como fachada principal, está labrado en sillería. Centra este lienzo una monumental portada que, a diferencia de la del templo parroquial, carece de vigor arquitectónico, comportándose como una estructura plana y superficial. Todo ello se compensa con el molduraje y serpenteo de sus elementos, particularmente en su primer cuerpo. Este presenta pilastras cajeadas de grandes capiteles compuestos y entre ellas puerta adintelada con moldurado baquetón de encuadre. Sobre la puerta monta una gran placa de follajes centrada por cabeza de querubín bajo venera, cuyo estilo es semejante al de los ornatos yeseros del interior. El segundo cuerpo carece del aparato del primero, reduciéndose a dos sencillas pilastras con hornacina axial, que cobija la imagen de piedra de la Virgen de los Remedios, esculpida por nuestro paisano Antonio Sanz de Galdeano en el año 1977. Colocada el día 6 de Agosto del mismo año, vino a sustituir a otra más antigua y bastante deteriorada que representaba a la Virgen sedente con el Niño en brazos y que, según textos antiguos, había sido tallada en arenisca del término de Chandivar.

Preside el templo un monumental retablo mayor de estilo barroco, también perteneciente a Lucas de Mena y al primer cuarto del siglo XVIII. Su compleja traza se eleva sobre un alto banco, provisto de cuatro grandes ménsulas de follajes, con cabezas de querubín las exteriores y con atlantes las interiores, intercalándose entre ellas relieves de la Anunciación y la Inmaculada. El cuerpo comprende tres calles formadas por columnas salomónicas repletas de envolutados motivos vegetales con los que se mezclan racimos de uvas y querubines. Destaca la calle central con el doble arco del camarín, rematado en una ostentosa placa en la que se aprietan follajes, vides y una corona imperial de remate, que obliga a la cornisa superior a arquearse. Para acentuar el énfasis de esta calle sobresalen en sus extremos dos aparatosos capiteles con pinjantes que quedan suspendidos sobre unas esculturas que realmente funcionan como soportes.

Las calles colaterales resultan estrechas y entre las columnas salomónicas se ahogan unas hornacinas con veneras. Corona el conjunto un abigarrado ático de estructura curva con hornacina centrada por estípites y columnas salomónicas, soportes que dan lugar a un vigoroso contraste de masas, al adelantarse aquellos de manera muy atrevida, ya que montan justamente encima de los capiteles suspendidos del cuerpo inferior. Una placa de gran aparato, repleta de follajes, preside el ático entre ángeles.

Fuente: www.lukin.es

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