Historia de Jaca

Según el Liber peregrinationis del Codex Calixtinus, Jaca era el final de la etapa que comenzaba en Borce (Francia), en la Vía Tolosana. Hoy, el principio de la 1ª etapa del Camino Francés está en la frontera del Somport. Son 31 kilómetros en descenso continuado hasta la ciudad jaquesa.

Cuando, en el siglo X, la peregrinación jacobea comenzó a despuntar, Jaca era ya una importante ciudad comercial, dada su ubicación privilegiada en el paso pirenaico. La Iacca celtíbera, mencionada en fuentes clásicas, debió existir desde, al menos, el siglo III a. C.

De la ciudad medieval se han identificado tres aldeas: el castro real, con su poblado y su judería; el monasteriolo de S. Pedro; y la aldea de Santiago, con una iglesia prerrománica, dedicada a la veneración del Apóstol. El paso del devastador ejército de Almanzor en el 999 provocó la destrucción de esta iglesia.

Sancho Ramírez (1063-1077), la convirtió en capital de su reino y sede episcopal; y le concedió un Fuero con importantes privilegios que atraerán numerosos pobladores.
La construcción de la catedral de Jaca, implicó el traslado de los obispos de Sásabe a Jaca. Iban acompañados por la reliquia más famosa del reino y de la Cristiandad, el Santo Cáliz. Los peregrinos que entraran en Aragón acudirían a visitar este nuevo templo, atrayendo donaciones y prestigio. Pero pocos años después, la reliquia fue trasladada a San Juan de la Peña (ca. 1071-1080). Otra reliquia importante era y sigue siendo la de la patrona comarcal, Santa Orosia.

El carácter urbano de Jaca, centro político, religioso y financiero de la región que fue origen del reino aragonés, convirtió también a la ciudad en un núcleo asistencial de primer orden. Su situación en el Camino de Santiago, que atraía a multitud de peregrinos, multiplicó las necesidades asistenciales y el número de cofradías, alberguerías y centros hospitalarios.

Catedral de San Pedro

La catedral de San Pedro de Jaca, Monumento Nacional desde el 1931 y Bien de Interés Cultural (BIC) en 1985, está considerada como uno de los monumentos más importantes de todo el románico peninsular, tanto por su antigüedad como por las novedades estilísticas que se exportaron desde aquí al resto del románico español, gracias al Camino de Santiago. Entre ellas destacan los motivos decorativos del ajedrezado y las bolas jaquesas, visibles tanto en el interior como en el exterior del monumento.

La primera etapa constructiva de la Catedral, en pleno estilo románico, comenzó en 1077 tras el fuero otorgado por el rey Sancho Ramírez y concluiría en 1139, bajo el reinado de Alfonso I. El nombramiento de la ciudad como capital hizo necesaria la creación de una nueva sede episcopal y la construcción de una catedral más grande que el edificio de San Pedro el Viejo.

La planta de la Seo jaquesa presenta la típica disposición basilical románica de tres naves separadas por arcos de medio punto, con sus correspondientes ábsides, crucero no acusado en planta y un gran pórtico a los pies del edificio. Es la lonja mayor, que cobija la portada principal y su impresionante tímpano con crismón trinitario. En el lado sur existe otro pórtico de menor tamaño,  conocido como lonja pequeña. Bajo este se abre otra portada románica en cuyo tímpano se puede contemplar la tiara papal y las llaves, símbolos de San Pedro.

El incendio de 1440, que afectó a la Catedral y a gran parte de la ciudad, hizo necesaria la sustitución de la techumbre original. Simultáneamente a la construcción de las nuevas bóvedas renacentistas, se llevó a cabo una gran transformación del interior. Fue entonces cuando se fundaron nuevas capillas que constituyen las auténticas joyas de la catedral. Entre las capillas renacentistas destacan la de San Miguel con retablo de Gil Morlanés “El Mozo” y la embocadura monumental en arco de triunfo, de Juan de Moreto con imaginería de Juan de Salas. La de la Trinidad es de Juan de Anchieta  de año 1572. Y el sepulcro renacentista en alabastro del obispo de Alghero (Cerdeña), del jaqués Pedro Baguer. Además se erige una nueva capilla dedicada a Sta. Orosia, patrona de Jaca, con un retablo de estilo barroco.

A finales del siglo XVII, se reconstruyó el claustro, sustituyendo el románico por el actual de factura barroca, que desde 1970 acoge los fondos del Museo Diocesano. Entre sus joyas destacan, las pinturas murales de Bagüés consideradas por los especialistas como la Capilla Sextina de la pintura románica.

Finalmente, a lo largo del siglo XVIII, se realizó la gran reforma de la cabecera, destruyendo en parte el primitivo ábside románico de la nave central con el fin de crear un altar mayor más profundo, que decoró con pintura mural en 1792 el cartujo Manuel Bayeu, cuñado de Francisco de Goya. En 1919 se trasladó el coro y el órgano a su ubicación actual, situados antiguamente a los pies de la nave central.

El Ayuntamiento

Desde la remodelación urbana que acometió el rey Sancho Ramírez a finales del siglo XI, tras conceder a Jaca la capitalidad del Reino de Aragón, la Calle Mayor siempre ha ejercido como arteria principal de la ciudad. En sus inmediaciones se han articulado los centros de los poderes civil y religioso a lo largo de la historia.

Desde el año 1486, se tiene constancia de que en esta vía urbana se emplazó el poder civil ya que en ese momento el Concejo adquirió los solares para edificar el primitivo ayuntamiento. En el interior de aquel edificio se conserva hoy en día el Archivo Histórico Municipal, donde se guardan documentos desde 1042.

En pleno Renacimiento, en 1544, se acordó ampliar la sede del Concejo. Se construyó el edificio bello y proporcionado que vemos hoy; compuesto por tres cuerpos en altura y un patio renacentista en su interior.

La magnífica portada del estilo plateresco está presidida por el escudo de la ciudad. En el segundo cuerpo, la planta noble, abren cinco ventanas cuyos frontones contienen las barras de Aragón. En esta planta, una de sus salas interiores recuerda con su nombre el Consejo de Ciento, formado por cien hombres buenos que ayudaban a gobernar la ciudad desde 1238.

El Ayuntamiento, además de ser la sede del Gobierno local, también custodia un importante patrimonio cultural: el tímpano esculpido procedente de la ermita románica de Sarsa y fechado en el siglo XII, el célebre Libro de la Cadena del siglo XIII, las campanas de la torre del Reloj realizadas por Bartolomé de la Rosada en 1595 y unas mazas de desfile de plata maciza del siglo XVI.

Iglesia de Santiago

Desde el siglo XI, esta iglesia ubicada al sur de la ciudad medieval, ha dado nombre a uno de los burgos más antiguos de Jaca, el de Santiago. Este acogió a comerciantes y artesanos que atendedían las necesidades de los peregrinos que llegaban a la ciudad camino de Santiago de Compostela.

La iglesia de Santiago también se conoce como iglesia de Santo Domingo ya que, entre 1614 y 1835, funcionó como iglesia del convento de los dominicos. Esta Orden también realizó importantes modificaciones en el edificio durante este periodo. La más significativa fue la reorientación del templo, colocando su cabecera hacia el oeste, dirigida hacia la tumba del Apóstol. Para ello se cortaron los ábsides románicos y se abrió en el nuevo muro la puerta de entrada, tal como la vemos actualmente.

En la segunda mitad del siglo XX se llevaron a cabo varias campañas de restauración del edificio. Entre ellas la decoración pictórica de la cúpula sobre el crucero, obra de Juan Baustista Topete. Notables son sus retablos, entre los que destaca la Dormición de la Virgen (procedente de Acumuer) de estilo renacentista. También, el retablo de Santiago procedente de Búbal y situado en el Altar Mayor. En su interior también se puede admirar la pila bautismal hispano árabe de estilo califal del siglo X y del bello capitel románico del Maestro Esteban.

Gracias al Libro de la Cadena del Concejo de Jaca, sabemos que en el año 1088 el Obispo ordena reconstruir la iglesia de Santiago que se encontraba en ruinas por una invasión sarracena. Así, las ruinas de este edificio previo, posiblemente del siglo IX, servirían de base para la iglesia de Santiago románica.

La ermita de Sarsa

La ermita pertenece al modelo de las pequeñas iglesias del románico rural, pudiéndose datar en la segunda mitad del siglo XII.

Su planta presenta nave única rectangular que originalmente estaría cubierta con una techumbre de madera a dos vertientes, que no se ha conservado. La cabecera está compuesta por un presbiterio muy poco resaltado, cubierto con bóveda de cañón y un ábside semicircular cubierto con bóveda de cuarto de esfera. En el centro del ábside abre una pequeña ventana de arco de medio punto y doble derrame que dejaría pasar la luz al interior del templo.

La puerta de acceso presenta tres arquivoltas de medio punto, de las cuales la exterior y la interior son lisas y la central está decorada con tres filas de bolas jaquesas. Ello denota la influencia que la decoración de la catedral jaquesa tuvo en todos los templos de la Jacetania.

Iglesia de Nuestra Señora del Carmen

Este templo es lo que queda del antiguo convento de Nuestra Señora del Carmen que los Carmelitas Descalzos fundaron en Jaca. Se trata de una bella muestra del reflejo en el arte de la exaltación de la espiritualidad barroca de finales del siglo XVII.

La Orden mendicante se había asentado en los aledaños de Jaca en 1597, en la iglesia de Sta. María de Mocorones, actual ermita de la Victoria. Allí permanecieron hasta el año 1614, cuando se trasladaron a este solar y fundaron su monasterio. La iglesia se terminó en 1657, tal como atestigua la inscripción de su portada. Hasta la Desamortización de Mendizábal, el templo perteneció a esta congregación. En el s. XX, los Padres Capuchinos estuvieron a cargo de la iglesia hasta 1999 (salvo en el periodo republicano).

Tiene formas estilísticas barrocas, imperantes en la primera mitad del siglo XVII y planta de cruz latina con capillas a ambos lados. Además del magnífico retablo mayor barroco, la iglesia alberga otros del siglo XVIII y diversa procedencia. El de Santiago Peregrino procede de la iglesia parroquial de Ruesta, trasladado en 1966.

La Ciudadela de Jaca

La Ciudadela de Jaca o Castillo de San Pedro, se comenzó a construir en 1592 y se concluyó en el s. XVII. Se trata de una fortificación de planta pentagonal, con un baluarte en forma de flecha en cada ángulo, comunicados entre sí por un camino de ronda. El escudo heráldico de los Austrias corona la entrada.

Su construcción fue encomendada por Felipe II al ingeniero italiano Tiburcio Spanochi, que eligió para su ubicación unos terrenos extramuros de Jaca. El modelo arquitectónico elegido correspondía a los nuevos esquemas de la arquitectura militar derivados del uso de la artillería. En esta predominaban los muros bajos y gruesos, con taludes y emplazamientos específicos para cañones.

Ya en su interior, se dispone un gran patio de armas, delimitado por una arquería de dos niveles. También existe una pequeña iglesia dedicada a San Pedro, del siglo XVII, con portada barroca flanqueada por columnas de fuste salomónico. Al exterior, el sistema defensivo se completa con glacis y un foso que sirve de hábitat para algunos ciervos.

Desde su construcción, la fortaleza siempre ha mantenido una guarnición militar en su interior, sin embargo sus episodios bélicos han sido escasos. El más destacado el ocurrido durante la guerra de la Independencia. El 21 de marzo de 1809 el castillo era tomado por el ejército francés ante la capitulación de la ciudad. Los soldados españoles, al mando del general Espoz y Mina, recuperaron el castillo el 17 de febrero de 1814, tras varios meses de asedio.

A partir del siglo XIX el castillo fue perdiendo importancia estratégica y sus muros se fueron deteriorando. Sin embargo, en 1968 se acometió la restauración del conjunto, que se reconoció con el premio Europa Nostra.

En la actualidad, un consorcio entre instituciones civiles y militares gestiona las actuaciones de conservación y valorización cultural. Un ejemplo es el Museo de Miniaturas Militares que se puede visitar en su interior desde 2007. La colección, de más de 32.000 figuras, muestra la evolución de armas, uniformes y tácticas de combate desde la época de los faraones hasta el siglo XXI.

La ciudadela de Jaca fue declarada Monumento Histórico Artístico el 28 de junio de 1951, protección legal actualmente conocida como Bien de Interés Cultural (BIC).

Fuente: www.jaca.es

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